Actualmente y desde no hace demasiado tiempo existe un debate entre la
cultura impresa y la cultura audiovisual. La primera, más conocida en el siglo
XX como galaxia Gutenberg, se caracteriza por ser más “culta” y más intelectual. La literatura pertenece a esta
cultura impresa. La segunda, la cultura audiovisual, se considera más
elemental, más superficial y más banal. El cine, la televisión, la
radiodifusión e Internet forman parte de esta última. Tradicionalmente, la
literatura se ha considerado un elemento dirigido a un público reducido e
intelectual, por el contrario, los audiovisuales van dirigidos al gran público,
a la sociedad de masas.
La confrontación entre estas dos culturas ha sido un tema de debate que
contiene bastante jugo. Lo han tratado muy de cerca Mario Vargas Llosa y Román
Gubern. Vargas Llosa, nacido en Perú, es un personaje polifacético: es
académico de la lengua, crítico literario, periodista, político y es
considerado uno de los más grandes novelistas hispanoamericanos de la segunda
mitad del siglo XX. Gubern, nacido en Barcelona, es crítico y guionista
especializado en el ámbito cinematográfico.
Vargas Llosa en su artículo “Dinosaurios en tiempos difíciles”, se lamenta
de la situación existente. Los límites de la literatura no se encuentran
solamente en lo artístico sino que también cabe dar importancia a lo moral y a
lo cívico. Actualmente se publican muchos libros pero no son precisamente
extraordinarios e inteligentes sino que la literatura actual ha descendido de
nivel. Según Vargas Llosa se ha vuelto irresponsable e idiota, a raíz de lo cual, muchos novelistas
refutan el género novelesco. El único objetivo que tiene la literatura en estos
momentos es el de entretener. Ya no queremos esforzarnos ni hacer operaciones
de memoria, asociación y creación, nos hemos vuelto perezosos, por lo cual,
emprendemos el camino fácil: los medios audiovisuales que no exigen esfuerzos
intelectuales. Aunque se considera adicto al cine, le llena más la literatura.
Las buenas lecturas le han hecho ser tal y como es, le han hecho crecer
intelectualmente. Si la literatura continúa de ésta manera, superficial y poco
inteligente, no podremos proliferar como personas. Caeremos en la barbarie.
Para que esto no suceda necesitamos una concienciación a favor de los valores
pacíficos, cabe demostrar que aún queda sitio para la esperanza. Los escritores
tienen que contribuir en esta
tarea para abrir los ojos a la sociedad. Vargas Llosa también cree que la
palabra tiene más posibilidades que las imágenes en el análisis de los
problemas, es decir, “de decir la verdad”. Vivimos en una contradicción:
estamos informados en abundancia pero cada vez más nos distanciamos de lo que
realmente ocurre en el mundo. El autor hace una metáfora muy acertada: “[…] ha
conseguido convertir al televidente en un mero espectador, y al mundo en un
vasto teatro, o, mejor, en una película, en un reality show […]”.
En este sentido, estamos convirtiendo la información en ficción. Aunque
pueda parecer lo contrario, los medios audiovisuales están implícitamente
vigilados y controlados, de esta manera, abordan los temas que puedan resultar
conflictivos o que puedan desgastar a los que se encuentran en el poder. Por lo
tanto, existe una necesidad de llenar un vacío y la literatura puede hacerlo si
conseguimos abrir los ojos a una sociedad que, en estos momentos, está ciega.
Román Gubern hace una crítica sin rodeos a los medios audiovisuales,
especialmente a la televisión, en su artículo “Chiclé para los ojos”.
Intelectuales como Karl Popper, Pierre Bourdeau, Vargas Llosa y Giovanni
Sartorio piensan que la televisión no es compatible con la democracia a causa
de la gran exposición de la audiencia a la televisión. Gubern matiza este punto
de vista diciendo que existen dos tipos de telespectadores: los incondicionales
y los selectivos. Los primeros, son mayoritariamente amas de casa, jubilados y parados,
los cuales tienen la televisión de su casa encendida durante todo el día aunque
no la estén mirando. Los segundos, sólo la miran cuando les interesa algún
programa. Gubern define la televisión como “un púlpito que se disfraza de
ventana (o una ventana que se disfraza de púlpito) y que esconde una tienda”.
En otras palabras, la televisión es un mero negocio escondido detrás del
entretenimiento. El entretenimiento se basa en la “pedagogía de la rutina”, la gente pide lo que esta acostumbrada a
consumir: la telebasura. La televisión de nuestros tiempos se caracteriza por
el sensacionalismo. Gubert, remarca que la televisión actúa como un narcótico
que no nos deja abrir los ojos a la realidad más próxima. Afortunadamente, la
televisión aún tiene espacio para unos programas más sensatos e humanos.
Mario Vargas Llosa acierta con la idea de que la literatura es ahora de
una menor calidad y está siendo sustituida por la televisión y el cine. Pero no
solamente está bajando su calidad sino que solo está siendo consumida por una
finalidad: el entretenimiento. En este sentido me gustaría volver atrás en el
pasado, concretamente en la Atenas del siglo IV a.c. Aunque de esto ya hace
unos dos mil quinientos años, la sociedad de entonces y la actual tienen rasgos
comunes. Platón expresaba su malestar por un concepto decadente de arte (entre
ellos la literatura), el cual se concebía como un sistema de diversión. Cuanto
más decadente y divertido es el arte, el gobierno está mas tranquilo, en el
sentido que los ciudadanos se distraen y no interfieren en el poder, de aquí
viene la expresión latina panem et circenses. En otras
palabras, los mantienen controlados. Este concepto de arte está estrechamente
relacionado con el concepto que tiene Vargas Llosa sobre la literatura actual
que he expuesto anteriormente. La literatura deviene un narcótico cuando se
convierte en un medio de diversión de las masas. Por lo que hace referencia al
cine, Vargas Llosa considera que es insuficiente. Novelas como las de
Dostoievsky, Tostoi, Balzac, Thomas Mann o Kafka le
proporcionan un conocimiento mejor o de mayor calidad de los asuntos humanos.
Estoy en desacuerdo con esto. Grandes directores cinematográficos como David
Lynch o Woody Allen tienen unas películas con un nivel intelectual
perfectamente equiparable con los grandes novelistas citados anteriormente Por
otro lado, considero a Vargas Llosa ligeramente utópico ya que cree que en
cuanto la literatura cambie, nos conducirá de una sociedad violenta hacia “un
mundo pacífico” y des de mi punto de vista considero que hace falta alguna cosa
más que la literatura para concienciar a la sociedad. La expresión “un mundo
pacífico” me recuerda bastante al comunista e utópico Karl Marx que abogaba por
un final de la historia comunista: feliz y pacífico. Por lo referente al texto
de Román Gubern, debo decir que estoy íntegramente de acuerdo con su opinión.
La televisión no es más que un negocio que nos hace ciegos, hace que no veamos
más allá de. Mayoritariamente emite telebasura y programas sensacionalistas sin
ánimo de educar de una manera sensata a los ciudadanos, por lo tanto, está
creando una sociedad de hombres y mujeres simples y sin preocupaciones por la
vida que en realidad es real e importante.